sábado, 25 de agosto de 2012

Psicópatas socializados

Daniel Sanroque: Psicópatas socializados: De un tiempo a esta parte, he notado un interés creciente por el denominado psicópata socializado o integrado. En cuanto se habla de psi...

domingo, 27 de mayo de 2012

JÓVENES PSICÓPATAS

26 Mayo 2012

Destacado: “Por duro que resulte, la acción de la ley es ahora necesaria, y quizás uno de los pocos recursos efectivos”

Un menor propinó el martes una brutal paliza a su padre en Valencia porque le regañó por regresar a casa más tarde de las doce de la noche. La víctima necesitó un gran número de puntos de sutura en la cara para cerrar una herida causada por los puñetazos de su violento hijo. El joven procede de Colombia, y su madre, al regresar a su país, le dejó el hijo a su padre porque pensaba que él podría enderezarlo. Pero no, este hombre —físicamente más potente que su hijo que cuenta con sólo 14 años— no puede imponerse sobre él, no le atemoriza lo suficiente. Esto es normal si el chico presenta rasgos propios de la psicopatía juvenil: la fiscalía de menores ya lo conoce, porque previamente en una pelea en una discoteca había sido objeto de un apuñalamiento, y ya en Colombia había protagonizado otras trifulcas.

¿Existen los psicópatas menores de edad? Cada vez más la ciencia señala que sí, que aunque tenemos que tener cuidado con ese término (porque tiene un componente claramente negativo), evitar los diagnósticos y cerrar los ojos nos lleva a un camino peor, el de no hacer nada y evitar tomar medidas adecuadas de tratamiento que podrían impedir el desarrollo de la violencia que pueden realizar estos chicos cuando llegan a la edad adulta.

Algunos de los niños que golpean a sus padres tienen los rasgos esenciales de ese trastorno: una falta clamorosa de empatía y culpa, una dificultad grande para sentirse atemorizados por el castigo, y una hiperfocalización en el logro de sus metas, de tal modo que reaccionan con gran frustración ante las órdenes o normas que les impiden obtener lo que desean al instante. Los padres que tienen hijos así no pueden corregir esa conducta por sus propios medios. Es un problema de personalidad y de comportamiento. No deben tener miedo a denunciar, pues por desgracia estos chicos no son amigos de acudir a psiquiatras o psicólogos y renuncian a toda ayuda proveniente del exterior.

Si la violencia no es grave y el joven mantiene un mínimo vínculo afectivo con sus padres, éstos pueden —siempre con orientación especializada— movilizar a su familia para que, unida, intenten modificar ese patrón recurrente e inexorable de la toma del poder del hogar por parte del hijo, que es la finalidad última que persigue. Pero si los padres no cuentan con ese apoyo familiar o ellos mismos se hallan solos todo es mucho más difícil, y claramente insoportable si la violencia es frecuente. En estos casos hay que denunciar. Por duro que resulte, la acción de la ley es ahora necesaria, y quizás uno de los pocos recursos efectivos. Los padres no lo han de vivir como un fracaso personal; la psicopatía tiene claras raíces en el temperamento innato, y este no lo eligen los padres.

jueves, 8 de diciembre de 2011

ENCRIPTOFILÍA

La encriptofilía es la atracción que sienten ciertas personas (Mayormente mujeres) por mantener un romnce con asesinos, golpeadores, presos, etc. Pero entonces ¿Qué lleva a alguien a enamorase de un criminal?

Según el doctor Miguel Ángel Maldonado, perito y psiquiatra forense, el tema de las mujeres que se ponen de novias con presos o condenados fue ampliamente estudiado y recibe el nombre de encriptofilia: “Es una forma de parafilia, una de las desviaciones de la normal dirección de la esfera afectiva –explica el médico- que se relaciona con una fantasía en relación a poder ayudar, al ejercicio de un tipo especial de maternidad y a la posibilidad de protección de la persona que está privada de la libertad”, dice Maldonado. (Fuente: http://www.minutouno.com.ar/minutouno/nota/49993/)

A muchas mujeres las fascinan los reclusos. Desde el Servicio Penitenciario bonaerense explican que la forma más popular que tienen los internos (hombres y mujeres) de encontrar pareja es a través de las visitas. Así conocen a familiares o amigos de otros reclusos, o éstos los contactan con alguien más, del afuera.
Pero según Orlando Barreiro, ex director de la Unidad 8 de mujeres, ellas prefieren relacionarse con otros detenidos.
“Buscan a alguien que les garantice la visita, lo que no sucede con los hombres que están libres”, explicó a Trama Urbana, sabedor de que la mayoría de las presas son abandonadas por sus novios o maridos apenas se cierran las rejas. “¿Viste que afuera de Olmos (Unidad 1) muchas mujeres pasan la noche esperando para visitar a sus esposos? Bueno, con las mujeres no pasa lo mismo”. Otra vez… el adentro tan parecido al afuera.

“Conozco el caso de un secuestrador que hace muchos años fue condenado por casos resonantes, conoció a una mujer en la cárcel, salió pese a tener reclusión perpetua, con accesorias, y ahora están a punto de separarse”.
¿Cómo es eso? “Ella le reclama que ya no hablan como antes y él explica que ya no tiene mucho que decir”, revela Maldonado, “porque estando en prisión él le contaba anécdotas de pabellones, o comentaba los libros que ella le llevaba y ahora está en otra cosa”.
Por lo que cuenta el psiquiatra, ya no es el chico malo que cobraba suculentos rescates y vivía en el anonimato, sino “un hombre que trabaja, quiere pasar inadvertido y está preocupado en vivir lo mejor posible lo poco que le queda”. (De la página del servicio penitenciario bonaerense, Ministerio de Justicia)

Hasta el momento se conoce muy poco sobre el tema.

Ejemplos de encriptofilía:

1) Berta André, también conocida con el apodo de “Pochi”: la nocvia actual de Barreda. (Barreda asesino a sus suegra, espoda y dos hijas)

2) La nueva pareja de Fabian Tablado (Fabian asesino a su ex novia de 113 puñaladas)

jueves, 25 de agosto de 2011

10 Incredible Facts About the Criminal Brain


Whenever a crime happens, the community is left wondering how someone could do such a thing. For most of us, it’s hard to comprehend the urge to harm someone else or steal something, especially when we consider the consequences to the victim, their family, and ourselves. But many criminal brains work differently than the average human’s. Of course, there are people who turn to crime after a tough childhood, but some criminals, especially psychopaths and those with personality disorders, have minds that are wired for crime. Here are 10 unbelievable facts about the criminal brain.


1. Parts of the brain are deformed

All the parts of your brain work together to make you a complete, functioning human being. But for many criminals, some of these parts aren’t the same size as they are in the average person, causing them to act differently than the rest of us. Studies have found that two parts of the brain’s frontal lobe are significantly smaller in people with antisocial personality disorder, who have the tendency to act violently and become repeat offenders. One of those parts was 18% smaller in antisocial people compared to normal people; the other was 9% smaller. The frontal lobe controls our decision making, emotions, and purposeful behaviors, so criminals may have less authority over these functions. A study of psychopaths also found that a portion of the amygdala, a piece of the brain important for human emotion, had a volume of about 18% less than what you would find in a normal person.

2. A tumor could be to blame

While the large majority of criminals don’t have a brain tumor, some criminals have been found to have a cancer that probably contributed to their unthinkable acts. One of the most notable of these is Charles Whitman, who killed 16 people at the University of Texas in 1966 before being killed by police. He had been experiencing terrible headaches and wrote that he was having many irrational thoughts. In the suicide note he wrote before killing his wife and mother and then going on a rampage, he asked that an autopsy be performed on him to see if there was something in his brain causing him to act this way. And there was. Doctors found a glioblastoma tumor that could reasonably have affected his actions.

3. Chemical levels in the brain are off



Neurotransmitters are chemicals in our brains that deliver signals and cause reactions in us, such as arousal or triggering memory. Research has found that some criminal brains have different levels of neurotransmitters like serotonin or dopamine than normal brains. Serotonin at the proper levels keeps people from acting aggressively when they are frustrated, so when someone’s brain has lower amounts of the chemical, the person may react impulsively and violently. Dopamine levels affect whether a person feels rewarded for an action. If dopamine levels increase significantly when someone acts aggressively, he’ll feel good about it and likely do it again.

4. The brain doesn’t respond to facial expressions

Psychopaths, especially those who commit violent crimes, may not have brains that register fearful expressions on others’ faces. In experiments, researchers have found that people with antisocial personality disorder have trouble recognizing faces showing fear and sadness. Antisocial people who fall into the category of psychopath find it significantly more difficult to know when an expression is sad. Psychopaths also have almost no reaction to expressions of fear, while normal people’s brains will become very active when they see a scared expression. This difference may be what keeps psychopaths from feeling remorse since they don’t register that they are causing pain or sadness.

5. They’re fearless

The brain of a psychopath doesn’t react with fear as frequently as ours do. In tests of criminal psychopaths, researchers have found that they lack the fear conditioning that causes the rest of us to be afraid when we know something bad is coming. The average person can be conditioned, much like Pavlov’s dog, to expect a certain thing when they hear a certain sound. In the case of fear conditioning, many researchers play a certain tune before administering an electric shock. As the brain starts to associate the tune with the shock, the normal response to the tune is anxiety. Psychopaths’ brains, however, don’t show any change when the song plays. This lack of anxiety over the future and the consequences of their actions can make psychopaths very dangerous criminals.

6. There are warning signs as early as age three

When researchers tested the reactions of a large group of three-year-olds to certain sounds, they expected them to have a measurable reaction when they knew an unpleasant noise was coming up. About 8% of the children didn’t have any reaction even to the bad or frightening sounds. Twenty years after the experiment, researchers found that this 8% had criminal records for crimes ranging in severity from violent to serious driving infractions. This doesn’t mean that all children whose brains don’t register fear the same as others will be criminals, but it does indicate that they are more likely to act criminally and steps should be taken to raise them in a way that helps them stay out of trouble.

7. The rational side and irrational side communicate too much

The corpus callosum is the bridge in the brain that connects the rational left side with the irrational right side. In criminal psychopaths, this bundle of fibers is longer and thinner than in the average person. It also seems to have more activity, meaning more communication between the two hemispheres, than normal. This seems like it could be a good thing, but while a socially normal person’s mind is controlled by the rational side, the increased communication causes psychopaths to be divided between the rational and irrational. This often leads to more impulsive behavior since they have difficulty thinking through the consequences of their actions in a wholly rational way.

8. They’re genetically predisposed to crime

Nature versus nurture has always been a huge debate among criminologists, but there is research to support the idea that many criminal brains are genetically prone to aggressive or illegal behavior. Some criminals are a product of their environments, coming from abusive homes or bad neighborhoods, but a large number of murderers were raised in relatively conflict-free households. The deficits in their brains were a trait they were born with and gave them a higher likelihood of becoming violent criminals. That’s not to say they were forced to commit these crimes, but their brains were more inclined to them than the brains of average humans. It also explains why criminals from loving, wealthy upbringings can commit horrible, violent crimes.

9. Teens’ brains aren’t fully formed yet

Though many teenagers can be tried as adults in the majority of the U.S., their brains aren’t fully developed yet. Reasoning and judgment are now known to mature throughout the teen years and into a person’s 20s. When compared to adults, teenagers are more impulsive, more susceptible to peer pressure, less likely to look at the long-term consequences of their actions, and less able to think of ways out of bad situations. Aggression also peaks in the teenage years, which means that a violent teen may not be a violent adult; they can actually grow out of it. This is one argument many critics use to prove that the death penalty should never be used for teenagers, since it is likely that their brains will develop further.

10. Smoking while pregnant can lead to children with criminal tendencies

When a mother smokes while pregnant, she may be harming her baby’s brain in a way that will make him more likely to become a criminal. Research has shown that the average adult (meaning those who didn’t come from moms with mental illness or experience deprivation) is 31% more likely to have been arrested at some point if their mother smoked while pregnant. Those with heavy smoker moms were also more likely to be repeat offenders. It seems that the nicotine causes abnormalities in the development of attention and impulse control in the brain. The finding held up for both men and women with mothers who smoked, making it just another reason to add to your list of why smoking is bad for you.

*Today’s article is courtesy of the good folks at http://www.criminaljusticedegreesguide.com/

miércoles, 27 de julio de 2011

Perfil psicológico de Anders Behring Breivik

Autor: JORGE JIMÉNEZ SERRANO. Psicólogo Criminalista. Fundador S.E.I.P.C

Contacto: yordijs @ hotmail.com

"Una persona con una creencia iguala la fuerza de 100.000 con sólo intereses".
Anders Behring Breivik

El 22 de Julio de 2011 una bomba hace explosión en el centro político de Oslo causando 7 muertos y decenas de heridos y destrozos. Unas horas más tarde, en la isla de Utoya, donde se celebraba un campamento de jóvenes laborista, una persona abre fuego contra los asistentes matando a 76 e hiriendo a decena de ellos.

Allí mismo, en solo un par de minutos desde la llegada de la policía es detenido un ciudadano noruego, Anders Behring Breivik.
Rápidamente fueron apareciendo informaciones que trataban de describir a este sujeto, pero ¿como puede describirse a nivel criminológico y psicológico a una persona capaz de cometer estos actos?

Estamos ante un caso prototípico de asesino frenético o Spree Killer, es decir, un asesino que mata a dos o más victimas en un periodo de tiempo consecutivo y en dos o más lugares. El tiempo que transcurre entre un asesinato y otro no se debe a un periodo de enfriamiento, cosa que lo diferencia del asesino en serie, sino que es el tiempo que transcurre en encontrar una nueva victima. En este caso habría que hablar más de viaje que de desplazamiento, se requiere movilidad geográfica del asesino. Se podría decir que el asesino no deja de matar, no habría individualización de cada victima, es parte de una serie consecutivas de asesinatos. Si nos centráramos únicamente en el episodio de la isla, donde la participación de Anders es más directa y tiene una más clara y consciente intención letal, podríamos hablar de un asesino en masa, pero los 40 kms. que distan entre el lugar de la explosión (Oslo) y la isla nos encajan más con la definición de frenético.

Continuando con la descripción tipológica, podríamos utilizar la de Holmes y De Burguer de 1988 (en Jiménez 2011) , que lo encuadraría dentro del tipo misionario: un tipo de asesino que elabora una idea delirante en la que él se autoerige como la persona con la misión de eliminar o hacer desaparecer a determinados elementos que considera nocivos para la sociedad o ambiente en el que vive. A diferencia del visionario, éste no tiene síntomas psicóticos asociados a su idea delirante, es decir, ésta no son fruto de alucinaciones. Este tipo de asesinos se consideran redentores, salvadores que liberan a la sociedad de determinados grupos que considera dañinos, generalmente prostitutas, drogadictos, vagabundos... En el caso de Anders, sus ideas contras el multiculturalismo y el odio a los inmigrantes podrían identificar el elemento social considerado como el enemigo a aniquilar. En este caso, las victimas no pertenecen directamente al grupo contra el que Anders lucha, sino que son seleccionadas por ser políticamente defensores o promotores de la proliferación en su sociedad de estos grupos (inmigrantes, principalmente musulmanes) o sus defensores. Posiblemente la coyuntura temporal de haberlos reunido en unas jornadas y las características geográficas del lugar de reunión escogido fueron determinantes a la hora de desviar su elección de victimas. En este sentido, el odio de Anders se había extendido no solo hacia aquellas personas que quiere eliminar sino también contra las que considera que las apoyan.

Los asesinos de este tipo son personas sin un componente psicopatológico acentuado más allá de la extrema convicción con la que defiende la ideología que están detrás de su pensamiento delirante. Son personas que están socializadas, que están adaptadas al ambiente en el que viven, son consideradas como personas normales siempre y cuando no se les hable de su temática delirante. En esta situación se puede comprobar al extremismo al que ha llevado sus convicciones e ideas y puede apreciarse la perturbación que esconden dicha ideología junto a la visión violenta que tiene al respecto. Esto se fragua a lo largo de los años, desde la adolescencia, en la que la persona va desarrollando y conformando elementos como la autoestima, la empatía, el locus de control o las habilidades sociales y resolución de conflictos. En un momento determinado, el sujeto percibe como ciertos daños o problemas que existen a su alrededor son culpa de determinadas personas o grupo de personas. Los problemas no son complejos, existen solo dos tipos de personas: los perjudicados y los culpables. Esta idea se va extremando en posturas y se relacionan con una solución conflictiva y violenta, características que también describen a la persona y a su forma de resolver conflictos en el resto de parcelas de su vida.

Este tipo de sujetos son poco flexibles, se encuentran siempre al lado de algún extremo, tienen poca tolerancia a la frustración y suelen dirigir su vida por el dogmatismo y unas auto-creadas nociones de moral y ética. Todo el que no piense como él finalmente acaba convirtiéndose en su enemigo.

Como ocurre en el caso de Anders, su forma de entender la vida y concretamente sus ideas sobre los social y lo político le hacen relacionarse con grupos de ideología de la extrema derecha. Estos grupos le ayudan a retroalimentar más sus ideas y sentir la sensación de pertenencia a un grupo, sentimiento que se desarrolla aún más por la separación cada vez más radical de los que no pertenecen o piensan como ese grupo. Cada vez más, esta ideación delirante ocupa gran parte de su vida, cada vez se estrecha más el cerco de resto de cosas que forman parte de su vida, la idea delirante lo inunda todo hasta que su mundo gira prácticamente entorno a esos pensamientos. Esto le lleva a fabular teorías y a construir una lógica y racionalidad sobre sus ideas extremas sin que quepa la menor duda y sin que sea posible cuestionar su defensa. En mayor o menor medida, la capacidad intelectual le permitirá a este tipo de sujetos construir una buena fundamentación lógica y explicativa de sus ideas delirantes. En el caso de Anders, podemos describirlo como una persona con una inteligencia dentro de la media, capaz de elaborar un manifiesto de 1500 páginas donde describe sus pensamientos. Junto a esto, las teorías y grupos de la derecha extrema le llevan a rellenar los huecos que sus teorías pudieran tener.

Como muestran estudios como los de Skrapec (en Jiménez 2011), este tipo de asesinos suelen tener una visión justificada de sus crímenes. Son conscientes del daño que están provocando pero justifican sus acciones como parte de un mal necesario y justo. No solo no se ven como asesinos sino que puede considerarse como victimas de una injusticia atroz que solo puede reequilibrase mediante la muerte de sus victimas. Se encuentran en una batalla interna en la que ellos se auto-exculpan y racionalizan su mal como una forma de auto-supervivencia, ellos o yo. Anders declara a su abogado para que lo haga público que era consciente del daño que estaba provocando y de la crueldad de su acción sin embargo la consideraba como algo que era necesario hacer. No solo no se verá como un asesino despiadado sino que se auto-describirá como un héroe, un libertador, como un justiciero y redentor. En el caso de Anders, su identificación con los templarios es muestra de esa autoimagen de guerrero salvador en el que se mezcla política, religión y violencia.



A nivel criminológico, este tipo de asesinos pueden planificar muy bien sus actos, aunque sus crímenes puedan verse y a veces ser realizados como un acto de impulsividad, su producción no es fortuita ni oportunista, sus crímenes ha sido gestados durante mucho tiempo en la mente de estos criminales. Su relación con la violencia como herramienta útil les hace estar muy cerca y ser conocedores del mundo de las armas y la guerra. Ese paso al acto es para ellos definitivos, no piensan en salir huyendo solo en cometer el mayor daño posible aunque eso suponga ponerse en riesgo personal. Su modus operandi puede estar perfectamente planificado hasta el punto de la huida y salir indemne de su ataque. Tienen, en su autoimagen de guerrero redentor, un sentimiento de mártir que le hace pensar que lo importante no es él sino la misión. Anders podría haber escapado de su crimen con explosivos, es posible que no hubiera sido relacionado con él al menos en mucho tiempo, pero necesitan cierta exhibición, no atacan y salen huyendo, requieren ser reconocidos por la sociedad, necesitan la aprobación social puesto que su guerra es, en cierta forma, por esa sociedad a la que va a limpiar de ese grupo nocivo. Anders no quería desaparecer de la explosión, tampoco de la isla, quería ser detenido allí, piensa que sus actos son dignos y merecedores de reconocimiento público ya que no son un crimen sino una hazaña heroica. Narcisismo y egocentrismo son características que describen su personalidad y que acompañan sus distorsionadas y extremistas ideas.

Esa necesidad de mostrarse hacia los demás, de influir y presentarse como un líder es lo que le lleva a utilizar las redes sociales como vehículo de transmisión de sus pensamientos. No quiere pasar inadvertido, desapercibidos, quiere mostrarse y exhibirse como muestran las imágenes que utiliza.

Una vez detenido, quizás solo la fama pueda superar al daño cometido. Poco más vamos a descubrir sobre este asesino, ningún sentimiento de culpa que no sea fingido, ningún asomo de arrepentimiento, solo una distorsionada y racionalizada autojustificación. Arrogancia frente a humillación, desprecio frente a los que no piensan como él y una necesidad de ser considerado por la historia como un héroe. Esperemos que la sociedad y los medios de comunicación sean capaces de no desdibujar por un instante la única cara real de Anders, la de un monstruo.

sábado, 7 de mayo de 2011

¿Por qué un inocente podría "confesar" un delito que no cometió?

Viernes, 06 de Mayo de 2011

ScienceDaily

Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Iowa puede arrojar luz sobre las razones de las confesiones falsas. En dos experimentos de simulación de decisiones frente a los sospechosos en interrogatorios de la policía, sujetos alteradon su comportamiento al confesar actividades ilegales con el fin de aliviar el sufrimiento a corto plazo (consecuencia proximal).



Parece ilógico, pero de acuerdo con el Proyecto Inocencia, ha habido 266 exoneraciones por ADN posteriores a condena desde 1989 en EEUU
(25 por ciento de ellos con una confesión falsa.)

"Lo que pasa con estos casos, es que todos ellos se referían a delitos atroces; Es por eso que no había pruebas de ADN disponibles y por lo que queríamos determinar por qué alguien puede estar dispuesto a confesar falsamente a uno de esos crímenes", dijo Stephanie Madon, un DAA profesor asociado de psicología y autor principal del estudio. Algunos métodos de interrogatorio (Aislamiento físico y presentación de pruebas falsas) tienen consecuencias inmediatas para los sospechosos que les animan a confesar

Iowa State University (2011, February 20). ¿Por qué los sospechosos inocentes pueden confesar un delito.

ScienceDaily. Leido Mayo 6, 2011, desde http://www.sciencedaily.com /releases/2011/02/110218111825.htm&prev=_t&rurl=translate.google.co.ve&twu=1&usg=ALkJrhjImh2Pm

martes, 14 de diciembre de 2010

Hallucinogens as Medicine

In a matter of hours, mind-altering substances may induce profound psychological realignments that can take decades to achieve on a therapist's couch

By Roland R. Griffiths and Charles S. Grob | November 23, 2010

Sandy Lundahl, a 50-year-old health educator, reported to the behavioral biology research center at the Johns Hopkins University School of Medicine one spring morning in 2004. She had volunteered to become a subject in one of the first studies of hallucinogenic drugs in the U.S. in more than three decades. She completed questionnaires, chatted with the two monitors who would be with her throughout the eight hours ahead, and settled herself in the comfortable, living-room-like space where the session would take place. She then swallowed two blue capsules and reclined on a couch. To help her relax and focus inward, she donned eyeshades and headphones, through which a program of specially selected classical music played.



The capsules contained a high dose of psilocybin, the principal constituent of “magic” mushrooms, which, like LSD and mescaline, produces changes in mood and perception yet only very rarely actual hallucinations. At the end of the session, when the psilocybin effects had dissipated, Lundahl, who had never before taken a hallucinogen, completed more questionnaires. Her responses indicated that during the time spent in the session room she had gone through a profound mystical-like experience similar to those reported by spiritual seekers in many cultures and across the ages—one characterized by a sense of interconnectedness with all people and things, accompanied by the feeling of transcending time and space, and of sacredness and joy.


In Brief

Hundreds of research reports on hallucinogens appeared during the 1950s and 1960s. Illicit use resulted in outlawing of the drugs. Restrictions on research, moreover, brought studies to a halt.


Hints from the early set of studies suggesting that these chemicals might help treat patients with various psychiatric disorders were not pursued because of strictures on research.


A new wave of studies on hallucinogens, primarily psilocybin, has begun to address whether the drugs can effectively treat the anxiety of cancer patients or help addicts kick their habits.


Early results from new trials point to the promise of these therapies, with some patients reporting profound spiritual experiences and, hence, the ability to make important life changes.